El chico está solo, desnudo, en una habitación bañada por la luz cálida del sol de la tarde. El cigarro colgado de sus labios parece ser lo único que interrumpe la quietud de su cuerpo. Está frente a un ordenador portátil, quizás trabajando, leyendo o buscando algo en línea, pero su mirada perdida sugiere que no encuentra lo que busca. La luz del sol entra, pero no parece llenar el vacío que lo rodea.

Su postura refleja una lucha interna, como si, a pesar de su aparente calma, algo lo retenía en este momento, en este espacio. La desnudez, más que una liberación, parece una exposición forzada, un recordatorio de lo que falta. El ordenador y el cigarro son intentos de evasión, de llenar un vacío emocional con distracciones que no consiguen conectarlo con algo más profundo.

La sensación de desamor no proviene de una pérdida, sino de la desconexión consigo mismo. En esta tarde soleada, rodeado de calor, sigue estando solo, buscando fuera lo que solo él puede encontrar dentro.